En economía, la hiperinflación es una inflación muy
elevada, fuera de control, en la que los precios aumentan rápidamente al mismo
tiempo que la moneda pierde su valor real y la población tiene una evidente
reducción en su patrimonio monetario.
La definición usada por la mayoría de economistas es «un
ciclo inflacionario sin tendencia al equilibrio». Se origina un círculo vicioso
en el que se crea más y más inflación con cada repetición del ciclo. Aunque
existe debate acerca de las causas últimas de la hiperinflación, se hace
visible cuando hay un aumento imparable del suministro de dinero o una
degradación drástica de la moneda, y se asocia con frecuencia con guerras (o
sus consecuencias), depresiones económicas, y trastornos sociales o políticos. Según
la Bolsa de Valores de Colombia (BVC), se llama hiperinflación a la elevación
del nivel general de precios de una economía en más de un 100 % anual.
En hiperinflación el sistema de precios está destruido. Una
taza de café puede costar más que un medicamento y una lata de atún cuesta el
salario de todo un mes. La entrada en hiperinflación se decretó (por la
Asamblea Nacional opositora a Nicolás Maduro) en noviembre de 2017. El país
cumple 10 meses este devastador proceso.
Los billetes de 100, 50, 20, 10 y 5 bolívares solo son
aceptados en las gasolineras. El de 100 que el presidente Nicolás Maduro se
propuso sacar de circulación en diciembre de 2016 ha tenido un inexplicable
tiempo extra, porque es poco lo que se puede hacer con él. A menudo se ven
tirados por las calles o son reusados como papel de reciclaje para artesanías.
No vale nada.
El salario mínimo actual son 5.196.000 bolívares (1,40
dólares al cambio), que en billetes de 100.000 serían 52 piezas. En diciembre
de 2017 con 100.000 bolívares se compraba 1 kilo de detergente, que hoy, ocho
meses después, cuesta 12.000.000 de bolívares (120 billetes). En marzo de 2018
un litro de leche costaba 140.000 bolívares. Hoy cuesta 1.750.000 de bolívares,
un poco menos que una taza de café en una panadería que está por el orden de
los 2.000.000 bolívares (20 billetes).
Ahora, con los nuevos cambios anunciados por Maduro, el
salario mínimo pasará a ser de 180.000.000 millones bolivarianos, unos US$30. Pero
no solo los alimentos más básicos suponen un gran desembolso de efectivo, en
muchas ocasiones difícil de conseguir, también otros productos básicos de
higiene personal como puede ser el papel higiénico o la pastilla de jabón. Hasta
la entrada en vigor del bolívar soberano, el billete de mayor denominación era
de 100.000 bolívares, algo menos de US$0,3 en el mercado negro. La inflación ha
provocado que sea difícil encontrar papel moneda, y esa es una de las razones
por las que Maduro ha decidido eliminar ceros de la nueva divisa. A partir de
ahora habrá monedas y billetes de 2 hasta 500 bolívares soberanos. El más bajo
será el equivalente a los 200.000 bolívares vigentes hasta ahora, y el más alto
será igual a 50 millones. Pero el sistema anterior seguirá conviviendo durante
un tiempo con el nuevo.

Semanas atrás, el Fondo Monetario Internacional (FMI)
habría pronosticado que Venezuela estaba en vías de cerrar este año con una tasa
de inflación de un millón por ciento. Con la introducción del nuevo aumento
salarial, que ha de comenzar el primero de septiembre, ese número será superado
rápidamente, sin que los economistas puedan pronosticar hasta dónde llegaría.
Venezuela ha visto su Producto Interno Bruto (PIB) caer
en cerca de un 50% en los últimos cuatro años, padece los efectos del
desmoronamiento de su economía. Más de un tercio de los venezolanos dice estar
comiendo una sola vez al día, y millones se están viendo obligados a huir del
país, protagonizando un éxodo que comienza a preocupar a los gobiernos vecinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario